lunes, 22 de septiembre de 2014

LA CERVEZA, EL BAÚL Y MIS CIRCUNSTANCIAS

Quería comenzar la andadura de este blog de cerveza, por el principio, con una entrada de carácter personal y reflexionar ¿Por qué la cerveza? ¿Por qué escribir un blog sobre esta bebida?

Recuerdo la primera vez que probé una cerveza, era una de esas tardes calurosas de verano. Como todas las tardes mi abuelo se dirigía al frigorífico y sacaba uno de esos botellines y lo tomaba plácidamente en el patio mientras conversaba, leía o simplemente observaba.

Aquella misteriosa bebida me estaba prohibida… “Eres demasiado pequeño”, y como todo lo prohibido despierta un interés inusitado, sobre todo cuando eres un niño y el mundo todavía es un entorno por descubrir.

Un día, mi insistencia dio sus frutos, o no. Por fin, mi abuelo me acerco aquella pequeña botella y esperó atentamente a que tomara aquel sorbo, su cara denotaba cierta curiosidad pero a la vez, reflejaba un gesto firme como si supiera el resultado de aquella acción.

Evidentemente todavía recuerdo aquel sorbo como algo “no placentero”, pero fue el comienzo, el amargor se extendió rápidamente por toda la boca, además aquella bebida “escocía un poco”, mientras miraba la cara sonriente de mi abuelo confirmando lo que él ya sabía, “no te va a gustar… de momento” dijo.

No recuerdo la siguiente vez que probé una cerveza, pero evidentemente pasaron unos años, ya en la adolescencia. En aquellos años, más aficionado a los sabores “dulzones” comencé a beber las típicas larger españolas de inconfundible carácter, hoy casi perdido, pero pronto descubrí la Mort Subite Kriek más acorde a mis gustos juveniles, lejos de quedarme ahí, fue la entrada a un nuevo mundo de sabores… las cervezas belgas.

Un día descubrí una botella con una etiqueta muy “chula” y decidí ponerla de adorno en mi habitación, a pesar de la negativa de mi madre. Pronto tenía 4 o 5 botellas de cerveza vacías sobre el escritorio, hasta que llegó el momento que la situación era insostenible.

Ni corto ni perezoso, cogí el álbum de fotos de mi primera comunión y quité las 4 fotos que tenía en él, le iba a dar mejor uso. Me pasé toda la tarde quitando las etiquetas de aquellas botellas, este fue el comienzo de mi colección de etiquetas de cerveza, hoy con más de 5.000 etiquetas archivadas en distintas cajas y álbumes de fotos.

Evidentemente, conseguir nuevas etiquetas suponía probar nuevas cervezas y pronto me convertí en un pequeño “experto” conocedor de las distintas variedades de este brebaje. Era simpático no pocas veces volvía  a casa con una o dos botellas en los bolsillos para quitarles las etiquetas en casa

Compañero de aventuras cerveceras siempre estaba Sarabia, que años más tarde abriría la cervecería “Una pica en Flandes”. Aquellas tardes bebiendo unas “Judas” en  cualquier terraza del casco viejo quedan imborrables en mi memoria. Después ampliaríamos nuestro abanico en las mejores cervecerías de la región. Desde ese momento allá donde iba buscaba la mejor cervecería de la zona. Recuerdo mi primera visita a “La cervecería internacional de Sevilla” mi lugar cervecero favorito en España.

Y por supuesto, una vez que no te queda cerveza sin probar en tú entorno, llega el salto internacional. En esto tiene mucho que ver mi fiel amiga Inés, que desde que estamos juntos, siempre tiene un huequecito de comprensión a mis visitas a lugares de culto cervecero, siempre visitando las fábricas y cervecerías allá donde vamos, todavía recuerdo nuestra primera visita a Bélgica y en especial a la Abadía de Sint Sixtus y la fábrica de Cantillon.

Tantos años probando, leyendo y coleccionando me han llevado a saber algo sobre la cerveza y ¿Por qué no abrir un blog donde compartir afición, experiencias y opiniones? Pues ese es el objetivo de este blog. Saludos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario