viernes, 14 de noviembre de 2014

CERVECERIA INTERNACIONAL DE SEVILLA

Suena el teléfono, me disponía  a cenar ¿quién será?

- Diga
- Hola Miguel, ¿sabes quién soy?
Cómo no iba a reconocer su voz, viejo compañero al que hace ya muchos años que no veo.
- Pues nada, que estoy de vacaciones en Sevilla y ¿adivina donde estoy? y además tomando aquella cerveza tan rica que me recomendaste aquel día.

Lo cierto, es que iba a dedicar mi sección mensual de relatos de "Lugares de culto cervecero" a otro lugar muy distante, pero después de esta llamada no puedo menos que dedicar esta entrada a "La Cervecería Internacional de Sevilla", como se suele decir, con cierta nostalgia de tiempos que ya no volverán y que ya quedan alejados en mi memoria.


Por motivos de trabajo me pasé tres años de mi vida de viajes a Sevilla. Como siempre hago cuando voy a una ciudad nueva, me conecto a internet y busco cervecerías donde pasar mis momentos de ocio.

De entre las 4 ó 5 seleccionadas fue la “Cervecería internacional” la que me llamó poderosamente la atención, así que, me acerque de tarde. La cosa estaba tranquila, en la cervecería solo estaban una anciana en una esquina fumando mientras bebía una cerveza y al fondo dos hombres tomándose una cañita comentando sus asuntos.


Tras la barra un hombre con gafas me atendió con amabilidad:

- ¿Qué desea?
- ¿tiene carta de cervezas? – pregunta retórica claro.
- Por supuesto - como diciendo, por quién nos tomas-  aquí la tienes.

Evidentemente ya había visto en su web que poseían una amplia carta de más de 300 cervezas!!! pero me interesaba indagar y echar un vistazo detenido a todo lo que tenían. Me la acercó y estuve mirando unos momentos y por fin me decidí.

-  Quiero esta –señalando en la carta la cerveza de difícil pronunciación.

El hombre puso una cara entre “buena elección sabes de qué va esto” y “has acertado de chiripa y vas a probar algo que no olvidarás en tú vida”. Mientras bebía seguí ahondando en su vasta carta de cervezas, en España no había visto nada similar… impresionante!!!


Pero lo que más me atrajo fueron sus vitrinas llenas de grandes tesoros, dignos de admiración para un coleccionista novel como yo. Estuve mucho tiempo observándolas mientras el hombre me seguía con la mirada. En la esquina la anciana seguía a lo suyo plácidamente y los hombres ya se habían marchado.

Finalmente, mientras observaba unas botellas, me hizo una indicación sobre lo que estaba observando, yo respondí algo así como, tengo otra igual en casa. El hombre hizo un movimiento de confirmación con la cabeza y fue el comienzo de una entretenida conversación cervecera.


Esa misma noche a altas horas de la madrugada volví a la cervecería. ¡¡¡que contraste tan absoluto!!!, la cervecería estaba a rebosar, diría que españoles y extranjeros se repartían a partes iguales… lo de internacional le venía ni que pintado. La cervecería estaba llena de jóvenes que hablaban múltiples idiomas pero un lenguaje universal en ese momento, el de la cerveza.

Tras la barra ya no estaba el hombre de gafas, había dos chicos y una chica, uno de ellos, rápidamente me preguntó que quería, ahora era el momento de otra maravillosa cerveza de su magnífico repertorio. Sin mirar la carta se me ocurrió algo "distinto". El chico sin poner cara de extrañeza empezó a buscar y tras un rato volvió con la cerveza.

- Perdona no es una cerveza que nos pidan habitualmente y tenía duda si nos quedaba alguna en los frigoríficos, pero sí, aquí está.

Era un ambiente festivo, me senté en aquella esquina de la anciana y disfruté observando como la gente se divertía. Algunos embriagados por unas cervezas con más graduación de la que sus cuerpos podían soportar sin comprometer su equilibrio, cada vez más precario. Otros conversando amistosamente y otros disfrutando entre la multitud de las cervezas más selectas.

Cada día en Sevilla volvía a aquel lugar, que me tenía cautivado, tarde y noche.  Había tardes que por allí pululaban grandes eruditos es esto de la cerveza o eso me parecía a mí. Tomaban un sorbo y contaban sus impresiones a sus amigos que observaban con la boca abierta… ¿cómo puede haber tantos matices en una cerveza? Yo no muy puesto en temas de la cata les escuchaba atentamente.


Otros días una fiesta de cumpleaños y abrían una de esas botellas enormes de 9 litros!!!, alguien del bar siempre estaba atento para inmortalizar el momento. Otras veces eran algunos tunos despistados o no y por las noches siempre fiesta y diversión. Pero lo mejor eran esos días que se acercaban unos músicos de música celta y me recordaban a mi tierra natal, esos momentos eran especiales.


Tras tres años acabaron mis visitas por motivos de trabajo y no volví a Sevilla, y este lugar quedó en mi memoria como uno de mis lugares cerveceros favoritos. A veces cuando estoy en otras cervecerías y tomo ciertas cervezas cierro los ojos y me traslado a aquel lugar donde las descubrí por primera vez….la Cervecería Internacional, por supuesto.



Para más información sobre “La cervecería internacional”:
Dirección: Calle Gamazo 3 (41001) Sevilla – España.
Teléfono: 954 21 17 17

Nota: Todas las imágenes de está entrada han sido extraídas de la web de la Cervecería Internacional de Sevilla, a quienes quería agradecer los grandes momentos vividos en su cervecería. Gracias!!!


2 comentarios:

  1. Qué buena historia!
    Transmite muy bien los sentimientos que parece que has vivido allí, y es que no hay nada como recordar buenos sitios, con buena gente y con una buena cerveza en la mano :-)

    Un saludo!

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    1. Hola, bueno esta entrada forma parte de la sección que yo llamaría "Lugares de culto cervecero", supongo que la mayoría de las entradas de esta sección serán relatos y narraciones de las buenas experiencias vividas en torno a la cerveza. Ya sabes que con una mezcla gente y buena cerveza son un buen cóctel para vivir buenos momentos. Nos seguimos leyendo. Saludos!!!

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